"Caso cerrado", dijeron los camaristas de la Sala nº 4 de La Matanza. El 6 de diciembre de 2005, luego de un juicio que duró nueve días, concluía la causa Diego Lucena. Los padres decidieron retirarse de las audiencias al segundo día. No estaban conformes ni con la investigación, ni con el juicio. Aún hoy, insisten que todo estuvo armado y apuntan contra la Policía. Por eso, el caso de su hijo tiene un desprendimiento por falso testimonio y falsedad ideológica contra once policías y catorce testigos.
Roberto Lucena fundó una asociación civil que lleva el nombre de su hijo asesinado. Trabajan con casi cincuenta familias con casos impunes. Uno de ellos, insisten, es el de Diego. Por eso realizaron esta denuncia a fines del 2007, cuyo expediente está a cargo de la dra. Celia Cejas, de la Fiscalía nº 1 de La Matanza. Su versión es que a Diego lo atrapan dos patrulleros y luego lo abandonan, fallecido, a dos cuadras del boliche. Eso es lo que dijo ver Martín Brítez, testigo aportado por la familia al juicio, que luego terminó procesado. "Además, nosotros hablamos con los vecinos", dicen. Por esta nueva causa, están involucrados oficiales de la comisaría 21ª de La Matanza y de la DDI del mismo partido. "Pero la causa y el juicio estuvieron armados", reclama a los cuatro vientos Roberto.
El joven apareció muerto en la madrugada del 20 de junio de 2004, boca abajo y con el brazo izquierdo torcido en la espalda. Había sido asfixiado. Tenía 22 años cuando, en su última noche con vida, salió al boliche Invasión Tropical, en Ruta 3 7700, Isidro Casanova. En la madrugada, habría sido expulsado por los patovicas. Lo que sigue después es la cuestión. Según el fiscal que investigó, Gustavo Banco, y avalado por el juicio, Lucena murió tras una pelea con un grupo de jóvenes a la salida. Le robaron las zapatillas y la billetera. Durante la investigación surgió un testigo protegido y la confesión de Carlos Alkhanián, que inclinaron la balanza hacia la hipótesis de la pelea callejera. Alkhanián dijo haber golpeado, junto a Peque Brito y Walter Saldías, a Diego Lucena, pero que no fue él quién lo remató. Para la Fiscalía esto fue suficiente.
El Tribunal condenó a Aikhanián, Brito y Saldías por "muerte en riña", un delito por el que les dieron tres años y medio de prisión, al no poder determinar quién de ellos ejecutó a Diego. Hoy están libres. Martín Brítez recibió tres años y dos meses por falso testimonio y encubrimiento. Sin embargo, la familia dice que no encontró justicia. Jura y rejura que todo estuvo armado para encubrir responsabilidad policial.
Roberto Lucena fundó una asociación civil que lleva el nombre de su hijo asesinado. Trabajan con casi cincuenta familias con casos impunes. Uno de ellos, insisten, es el de Diego. Por eso realizaron esta denuncia a fines del 2007, cuyo expediente está a cargo de la dra. Celia Cejas, de la Fiscalía nº 1 de La Matanza. Su versión es que a Diego lo atrapan dos patrulleros y luego lo abandonan, fallecido, a dos cuadras del boliche. Eso es lo que dijo ver Martín Brítez, testigo aportado por la familia al juicio, que luego terminó procesado. "Además, nosotros hablamos con los vecinos", dicen. Por esta nueva causa, están involucrados oficiales de la comisaría 21ª de La Matanza y de la DDI del mismo partido. "Pero la causa y el juicio estuvieron armados", reclama a los cuatro vientos Roberto.
El joven apareció muerto en la madrugada del 20 de junio de 2004, boca abajo y con el brazo izquierdo torcido en la espalda. Había sido asfixiado. Tenía 22 años cuando, en su última noche con vida, salió al boliche Invasión Tropical, en Ruta 3 7700, Isidro Casanova. En la madrugada, habría sido expulsado por los patovicas. Lo que sigue después es la cuestión. Según el fiscal que investigó, Gustavo Banco, y avalado por el juicio, Lucena murió tras una pelea con un grupo de jóvenes a la salida. Le robaron las zapatillas y la billetera. Durante la investigación surgió un testigo protegido y la confesión de Carlos Alkhanián, que inclinaron la balanza hacia la hipótesis de la pelea callejera. Alkhanián dijo haber golpeado, junto a Peque Brito y Walter Saldías, a Diego Lucena, pero que no fue él quién lo remató. Para la Fiscalía esto fue suficiente.
El Tribunal condenó a Aikhanián, Brito y Saldías por "muerte en riña", un delito por el que les dieron tres años y medio de prisión, al no poder determinar quién de ellos ejecutó a Diego. Hoy están libres. Martín Brítez recibió tres años y dos meses por falso testimonio y encubrimiento. Sin embargo, la familia dice que no encontró justicia. Jura y rejura que todo estuvo armado para encubrir responsabilidad policial.
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